El Pacto y la Reforma Energética.
Alejandro Zapata Perogordo.
De acuerdo a lo signado en el Pacto por México, corresponde ahora voltear la mirada hacia la reforma energética. Uno de los atributos que contiene el documento, consiste en poner temas y fechas para las reformas. Ahora toca el turno a aquellas que tienen que ver con los hidrocarburos y la electricidad.
El debate ya comenzó, la parte sensible se localiza en todo lo que verse en relación a Pemex y la propiedad nacional, tanto de la empresa como del petróleo. El planteamiento en el pacto fue muy cuidadoso, la redacción en los compromisos asumidos por el gobierno y las fuerzas políticas que van en los puntos del 54 al 60, hacen especial énfasis en que los hidrocarburos seguirán siendo propiedad de la Nación y, ésta recibirá la totalidad de su producción. Pemex seguirá siendo una empresa pública de carácter productivo, que se conserve como propiedad del Estado.
El reto en el que además hay coincidencias, consiste en la modernización de Pemex, como empresa pública a efecto de que realmente sea productiva y competitiva, que trabaje bajo estándares de eficiencia y con transparencia, contando con una visión y planeación de largo plazo y que se transforme en una empresa de clase mundial.
El diagnóstico es claro: se ha ido perdiendo competitividad en el sector, en la industria química y petroquímica, la balanza comercial es deficitaria, cuando son susceptibles de un mejor aprovechamiento y deben constituir un pilar fundamental en el desarrollo económico del país, así como en la falta de atención al gas y, se requiere multiplicar la exploración y producción de hidrocarburos. Además, se opera con gran opacidad y recursos limitados al ser parte del presupuesto nacional.
El cumplimiento de los objetivos conduce irremediablemente a inyectar recursos económicos suficientes para solventar las expectativas. La inversión privada se ha puesto sobre la mesa y, es aquí donde comienza el debate, ya que las reglas deben ser claras y con certidumbre, de tal forma que todos puedan obtener ganancia, sin perder la Nación el control de los hidrocarburos.
Entraríamos a los temas del transporte, procesamiento, almacenamiento y distribución del gas y de los hidrocarburos, bajo esquemas donde existan precios competitivos, sin entrar al terreno de la privatización, ni de Pemex ni de sus instalaciones. La tendencia se debe impulsar a la creación de cadenas productivas, que beneficien la producción de insumos derivados del petróleo y con ello maximizar el valor de la empresa y tener como premisa esencial el abasto energético del país.
Bajo las condiciones que actualmente prevalecen, es prácticamente imposible proyectos de largo plazo, en tanto que las inversiones no cuentan con la seguridad para llevarlos a cabo, por lo tanto, deben darse las reglas para su viabilidad, su competitividad y evitar el déficit de algunos insumos e impulsar a través de la reforma una derrama económica a nivel gubernamental y social.
Una reforma de esta naturaleza, sin duda traería beneficios a la Nación, recuperando soberanía, ya que en la actualidad dependemos en buena medida del extranjero. Sin duda, dando oportunidad para la inversión privada, bajo reglas de operación claras, transparentes y con certidumbre, se podrían aprovechar mejor los recursos con que cuenta México en el ramo energético. Con ello, modernizar a Pemex y garantizar el abasto de Energía en el país.
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