UNA TRÁGICA EXCURSIÓN A TAMUL. 4 TURISTAS ESPAÑOLES MUEREN AHOGADOS EN SUS TURBULENTAS AGUAS. DRAMÁTICO RESCATE DE SUS CADÁVERES. CONMOCIÓN MUNDIAL POR ESTE INESPERADO DRAMA HUMANO.

• “El río Tanchachín suena, es una culebra turbia, atemoriza. En nada se parece al apacible cuerpo de aguas turquesa que los hoteles promueven en sus lobbies. Aún así, seis jóvenes catalanes suben a una panga con la idea de un viaje espectacular a las cascadas de Tamul”.

Escribe Juan Carlos Gutiérrez E. (Reportaje Humano).

SAN LUIS POTOSÍ. MÉXICO. MIÉRCOLES, 04 DEL AÑO 2010.- “Si se hubieran aventado al agua cuando Miguel les dijo, se hubieran salvado”, dice tajante Alejandro Chávez Rendón, un guía de turistas de la comunidad de Tanchachín quien afirma haber sido el primero en auxiliar al lanchero y los sobrevivientes de la malograda excursión de turistas españoles a la Cascada de Tamul.

Es la mañana soleada del sábado 31 de julio de 2010, tres días después de que los estudiantes españoles Nuria Terradas Trías, Irene Carbó y Francesc Espasa Nolet siguen perdidos en un río crecido que devora distancias a 60 kilómetros por hora.

Con el hallazgo del cuerpo de Neus Terradas, (el viernes 30 de julio, a 20 Kilómetros de distancia del lugar del incidente), algunos habitantes de la comunidad de Tanchachín acuden al puente que lleva el mismo nombre a observar las revueltas aguas con la esperanza de encontrar al resto de los jóvenes. Ahí está Alejandro, molesto por la acusación que los sobrevivientes Bernat Palau y Aina Frau hacen a Miguel Maldonado Ávila.

“Me avisaron que cuatro personas se habían ahogado en el río, me voy con mi equipo de rappel unos 400 metros y lo veo a Miguel con uno de los sobrevivientes. Yo hablé con él ese día y me dijo que les avisó a todos que la panga ya no tenía control y que brincaran pero todos se quedaron en shock, se agarraron de la canoa y pasó lo que iba a pasar”.

Con su mirada clavada en el agua, el rappelista agrega que un tronco que venía a gran velocidad sobre el río le pegó a la parte delantera de la panga, moviéndola de su posición de cruce al de la corriente del río. Los lancheros utilizan una especie de gruesa vara de unos 3 metros de altura para mover la panga desde la parte trasera, pero el tronco, empujado por la corriente, ejerció demasiada presión al frente. El río es bravo y Miguel tiene 65 años de edad.

“A donde los llevaba el río hay una isla (antes de la caída de la cascada, de más de 105 metros del altura), hay un punto del río en que se divide en dos, y ahí hay tierra y árboles, pudieron haber llegado ahí y aferrarse de algo, además no estaba profundo. Un perro iba en la panga, él sí brincó y quedó en la isla. Las personas no”.

Cuenta que Miguel no estaba trabajando de lanchero; a él lo buscaron y le convencieron para que hiciera esa “chambita” y que la esposa de Miguel Maldonado está enferma y apenas puede hablar. Viven solos, pues sus hijos emigraron hace años a Estados Unidos.

En una de las orillas del puente quedaron desperdigados los restos de la panga donde iban los españoles. Fueron recuperados bajo el puente Tanchachín. Los lugareños rescataron diligentemente los pedazos de madera color naranja y azul, como si se tratase de uno de los turistas desaparecidos. Los extremos de la nave están casi intactos pero el resto simplemente son astillas, como si la balsa hubiera sido pasada por el triturador de un aserradero.

Antes de irse a su domicilio, el rappelista considera que hay una responsabilidad compartida en los sucesos ocurridos el miércoles 28 de julio, que los turistas insistieron cuando pudieron declinar la excursión aún cuando ya habían pagado el equivalente a 6 euros cada uno. “Nadie fue obligado, ni a subirse a la lancha ni a conducirla”.

Los sobrevivientes quedaron en libertad y retornaron a su tierra, mientras que Miguel Maldonado sigue detenido, acusado de homicidio por culpa.

KILÓMETROS CORRIENTE ABAJO

El sábado fue un día largo. Kilómetros delante de Tanchachín, en Puente de Dios hay una veintena de personas, entre elementos de Protección Civil del Estado y rescatistas de la Dirección General de Seguridad Pública, a punto de comenzar otra búsqueda en la zona.

Un día antes, el director de Protección Civil del Estado Gerardo Cabrera Olivo y el capitán Ernesto Cruz Egremy, sobrevolaban la zona en el helicóptero del gobierno estatal cuando un lanchero les hizo una seña con su sombrero. Los funcionarios descendieron a unos 100 metros de donde flotaba el cuerpo de una mujer apoyado sobre un tronco, en una empalizada, y junto con el lugareño rescataron el cadáver, que posteriormente sería identificada como Neus Terradas Trías. Faltaban tres personas por encontrar.

Río arriba, algunos excursionistas que prestan sus servicios a los visitantes también hacen los suyo. Con binoculares o simple vista “peinan” las riberas y clavan su mirada entre los espacios abiertos de las copas de los árboles. El río suena, atemoriza. En nada se parece al apacible cuerpo de aguas turquesa que los hoteles promueven en sus lobbies, Hoy es un río rabioso que arroja espuma por encima de su terregosa agua.

Los rescatistas buscaban a los tres desaparecidos desde la Cascada de Tamul hasta el paraje Pujal Coy. En las naves hay silencio. Sólo se escucha las cigarras en celo y las olas chocando en las lanchas; algún bramido distante. La gente está concentrada, observando la maleza atorada en las cercas de los predios anegados.