Editorial EL UNIVERSAL. Silencio criminal.
- “Queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos”. La petición es el último recurso del periódico para saber cómo puede seguir sirviendo a la sociedad sin morir en el intento.
- Los gobiernos no tienen siquiera derecho a reclamar. Han sido incapaces de proteger a los periodistas agredidos. Peor aún, ni siquiera lo han intentado.
- “Esta no es una rendición. Como tampoco significa que claudicamos al trabajo que hemos venido desarrollando. Se trata de una tregua para con quienes han impuesto la fuerza de su ley en esta ciudad, con tal de que respeten la vida de quienes nos dedicamos al oficio de informar”, dice el Diario de Juárez.
El Diario de Juárez resumió ayer en su editorial el sentimiento que domina en cada vez más regiones del país: la absoluta indefensión. Un reclamo doble hacia las autoridades y hacia los criminales organizados que operan en Ciudad Juárez, Chihuahua. El periódico fronterizo pide, ya no justicia —pues le ha sido negada reiteradamente—, sino una mera explicación. “¿Qué quieren de nosotros?”, pregunta el rotativo ante el asesinato de sus trabajadores.
“Queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos”. La petición es el último recurso del periódico para saber cómo puede seguir sirviendo a la sociedad sin morir en el intento.
No son reglas escritas, pero en los hechos los periodistas de varias entidades del país ya se restringen a la hora de hacer notas sobre la violencia en sus localidades. Publican sin firmar, van a cubrir balaceras sólo si ningún mensajero criminal se los impide, quitan fotografías, evitan hacer difusión en sus propios estados, pero envían su trabajo a la ciudad de México. En zonas como Juárez ya no se puede trabajar de otro modo. Lo que pide el editorial del Diario de Juárez es cuando menos saber si eso sigue teniendo sentido.
Para pedir explicaciones a un grupo de sicarios hay que otorgarle calidad de interlocutor. Es probable que eso irrite a los funcionarios estatales y federales. Varias veces han insistido en que los medios de comunicación no deben “seguir el juego” a los delincuentes. Olvidan que han sido los propios gobiernos los que delegaron funciones a los grupos delictivos. Bien dice el Diario de Juárez: si el objetivo de los homicidios es convencer de que los cárteles son las autoridades de facto, eso ya lo dejaron claro hace varios años.
Los gobiernos no tienen siquiera derecho a reclamar. Han sido incapaces de proteger a los periodistas agredidos. Peor aún, ni siquiera lo han intentado.
Los alcaldes piden la salvación a sus gobernadores, los gobernadores a su vez se asumen incompetentes y le echan toda la responsabilidad al Presidente de la República. El Ejecutivo federal llama a todos los anteriores y a la población a colaborar, a no tener miedo de denunciar, cuando él mismo no muestra voluntad cuando menos de aclarar los asesinatos.
“Esta no es una rendición. Como tampoco significa que claudicamos al trabajo que hemos venido desarrollando. Se trata de una tregua para con quienes han impuesto la fuerza de su ley en esta ciudad, con tal de que respeten la vida de quienes nos dedicamos al oficio de informar”, dice el Diario de Juárez.
¿Cómo llegamos a esto? Pedir explicaciones a los criminales ante el silencio criminal de los gobiernos.
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