DE TODOS
La espiral delictiva que enfrenta el estado está completando sus círculos cada vez más rápido y en la misma proporción aumenta la sevicia de los criminales.
Al horror de las decapitaciones le acompañó el desafío de acribillar las sedes de las policías de dos municipios. Y a eso se le agrega la ejecución de un par de personas en Ébano.
Aquí, quedó demostrado que las secuelas de la balacera del viernes siguen presentes. Un confuso operativo en la carretera 57 despertó los temores de la ciudadanía, temerosa de que se repitiera el infierno que se vivió en la carretera a Matehuala.
Quizá haya voluntad en las autoridades de devolver la calma a la población potosina, pero para efectos prácticos, es demasiado poco y demasiado tarde.
Con todo y lo positivo que puedan ser los anuncios militares sobre detención de delincuentes, incautación de droga y aseguramientos de armas, parques, vehículos y equipo, su efecto se evapora ante los hechos ocurridos en los últimos días.
El descontento lo potencializa la falta de información oficial oportuna. En Palacio de Gobierno no ven con buenos ojos las redes sociales como mecanismo de advertencia entre la ciudadanía y de difusión por parte de los medios.
Tienen razón parcialmente. La facilidad para que un rumor trastoque la tranquilidad es enorme, pero son las únicas herramientas que llenan el vacío oficial de información que, dadas las condiciones, actuales, podrían evitar tragedias.
Lamentablemente, esa cerrazón informativa también se da en instancias del gobierno estatal que, paradójicamente, tienen la obligación de la apertura.
Y es que, por ejemplo, de lo único que se le podrá preguntar al secretario General Marco Antonio Aranda será del clima.
Su renuencia a tocar ciertos temas, por cierto no pocos, lo hace pedir que, de plano, ya ni le pregunten de esos asuntos. Desde luego que tiene el derecho de negarse a responder los cuestionamientos, pero se equivoca al ordenar que no se le pregunte sobre ciertos temas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario