SAN LUIS POTOSÍ, MÉXICO.- Los intereses creados en la UASLP por décadas, fruto de negocios inconfesables y corrupción, se encuentran muy enquistados.
El ex rector Mario García Valdez y el anterior a este, Jaime Valle Méndez, siguen desde fuera protegiendo sus espacios de poder al interior de la institución educativa.
Al terminar su tiempo al frente de la rectoría, Valle Méndez hizo lo conducente para dejar en la misma a Mario García, para asegurar así empleo para sus allegados y familiares, pero también el usufructo de las obras de construcción de tal Alma Mater.
Unas estructuras jurídicas vetustas dan manga ancha para que ex funcionarios con pocos escrúpulos como los mencionados hagan y deshagan sin rendir cuentas a nadie.
Ni por medio de las leyes de transparencia, ni por medio del Consejo Directivo, ni por medio de la comunidad de trabajadores, académicos y estudiantes es posible hasta hoy llamar a cuentas a tales personajes.
De esa forma, ambos rectores siguen utilizando a la UASLP, Mario García para su campaña política, como hizo desde que era el rector, y Valle Méndez para sus negocios.
Una amenaza a esos intereses podría ser, lo es, la formación de un sindicato independiente, el cual tendría la posibilidad de cambiar las cosas para que en la Universidad contara más el mérito, la antigüedad, el desempeño en el trabajo y el talento, que las recomendaciones, padrinazgos o favoritismos políticos.
Por eso es que hasta la fecha se le viene negando la “toma de nota” (una especie de reconocimiento legal para este tipo de organizaciones) a un sindicato independiente que pretende ser un contrapeso a los excesos y abusos del actual sindicato universitario, fuertemente comprometido (y corrompido) con las autoridades universitarias.
Este registro, esta “toma de nota” se les viene negando a dicho sindicato alterno debido a presiones, intimidaciones y amenazas que han sufrido quienes se encuentran en su creación.
La presión contra la naciente organización ha sido tal que algunos de sus representantes e integrantes reciben amenazas y hostigamiento de diverso tipo para que desistan de sus proyectos sindicales.
Represalias laborales, veladas intimidaciones y un permanente bloqueo de las autoridades universitarias impiden hasta ahora que fructifique esta alternativa para los trabajadores de la Autónoma.
Al nuevo rector le conviene seguir con el sindicato con que cuenta la UASLP hasta la fecha, organismo completamente vendido a la parte patronal y corrompido desde hace muchos años.
Que Mario García sigue metido en muchos espacios de la Universidad, incluyendo a su sindicato oficialista lo deja ver, por ejemplo, que el aspirante a regidor de mayoría en su planilla de candidato a la alcaldía municipal es Eduardo Noyola Bernal.
Noyola Bernal recién salió de la dirección de la Facultad de Medicina y lleva como suplente a Hugo Galaviz, que durante más de 10 años fue dirigente del sindicato universitario y quien salió del mismo sólo porque de acuerdo a los reglamentos de la Uni no podía reelegirse por tres periodos.
No obstante, en la Universidad se sabe que Galaviz sigue con el control de dicho sindicato.
El nuevo rector Manuel del Villar Rubio es considerado con cierto respeto por parte de la comunidad universitaria, pero lo cierto es que forma parte del grupo que usufructúa a la Universidad para sus intereses particulares y no para los de la sociedad potosina en su conjunto.
Y parece estar dando pruebas de ello, pues los del sindicato independiente lo acusan de actuar contra ello de formas porriles, al tiempo que brinda el respaldo al sindicato oficialista.
Se trata en realidad de una red de complicidades que debe terminar, en favor de los académicos, trabajadores, y estudiantes universitarios.
Y en bien de todos los potosinos, que no nos merecemos una Universidad que en muchas de sus formas de vida se encuentra en la antidemocracia, el elitismo, la corrupción y la violación de derechos para sus empleados.
Las cosas como son…
El Ejército, el gran perdedor/JORGE CARRASCO ARAIZAGA
La detención de tres generales y un teniente coronel la semana pasada, con el divisionario Tomás Ángeles Dauahare como cereza del pastel, es el golpe más espectacular contra el prestigio del Ejército Mexicano en los tiempos recientes. La evidente connotación política de la operación conjunta Secretaría de la Defensa-Procuraduría General de la República pone aún más en entredicho la estrategia de Felipe Calderón de lanzar su guerra contra el narcotráfico exponiendo a los militares a los riesgos en los que inevitablemente han caído: la ineficacia, el fracaso, la corrupción o la violación a los derechos humanos. Con los cárteles de la droga prácticamente incólumes, con el tráfico de estupefacientes ininterrumpido, con el gran dinero del narco intocado, con la violencia rebasando los límites de la barbarie, en vísperas de las elecciones presidenciales del 1 de julio puede decirse que las Fuerzas Armadas son las grandes perdedoras de la guerra de Calderón.
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