CARTAPACIO. EL USO POLÍTICO DE LA CAMPAÑA NEGRA: Por Raúl Ruiz

* ¿Libre de pecado? Dale.

* ¿Cadáveres en el closet? Evítala.

SAN LUIS POTOSÍ, MÉXICO | Antes que nada os pido, no confundir los términos "guerra sucia"" con "campaña negra", o "campaña sucia".

Guerra sucia es cuando el Estado realiza una serie de acciones contra la sociedad civil, como la desaparición forzada, ejecuciones y sepulcros clandestinos, etc.

Y la campaña negra, es la evidencia sistemática de secretos personales, posibles delitos cometidos anteriormente, actividades inmorales, amores escondidos, que tiene un aspirante a cargo público y que su contrincante descubre, documenta y ventila públicamente.

La campaña sucia es cuando las evidencias rayan en el mal gusto. En la estridencia, en la vulgaridad, en la ruindad.

La pregunta es... ¿se vale? La respuesta es sí.

Otra pregunta: ¿es moral? La respuesta es, no. Es inmoral, pero... ¿quién dijo que la política era un instituto de moralidad?

Tercera pregunta: como asesor político ¿tú lo recomendarías?

Respuesta. No... Y sí (dependiendo algunas variables)

No. Porque considero que un candidato debe tener imagen impecable. Debe construir su posibilidad de triunfo con la conjunción de un capital incuestionable.

Y sí, cuando es demasiada la fuerza del adversario y es un corrupto a todas luces.

Pero más que armarle una campaña negra, le acercaría la información a piezas estratégicas para que desde ahí se exhibiera al nefasto adversario.

Así las cosas, quien se encuentre en el rejuego político mejor evite la comisión de tales "pecados", porque tarde que temprano afloran a la luz pública. Y lo malo es que en su caída se llevan consigo a "civiles inocentes" como "daño colateral".

Y si pese a la advertencia no pueden contenerse, escondan a piedra y lodo sus "cadáveres".

Y si por azares del destino los encuentran y los exhiben. Aguanten, apechuguen, no cometan la desvergüenza de negar la evidencia, ni mucho menos lloriquear por la descobijada.

Magister dixit.