¿Después de la tempestad, en serio viene la calma?
La inédita contienda interna del PAN para elegir al jefe nacional, no solamente fue de gran intensidad, circunstancia previsible por el corto tiempo -60 días-, de que se disponía para recorrer el país, en busca del voto militante, también porque prevaleció la estrategia de la confrontación a través de la descalificación, la denostación, la intriga, la infamia y un conjunto de calificativos adicionales que la llenaron de lodo, a grado tal, que las expectativas preveían un irreconciliable rompimiento.
Las propuestas se vieron minimizadas, obvio, la nota roja es mucho más atractiva para los medios. Lo cierto es que el Partido se vio dividido en dos equipos, los Maderistas y los Corderistas, pocos se quedaron al margen, es lógico, pues quien entra a un instituto político por voluntad propia, se compromete a realizar una actividad de esa naturaleza, surge la pasión en las competencias y prácticamente todos quieren ser partícipes, bajo el riesgo -como en esta ocasión- de un choque de trenes, donde a diario se quemaba en leña verde a uno u otro integrante de los equipos, sembrando discordia y propiciando rencores, bajo la atónita mirada de muchos espectadores.
En el fondo la lucha no fue solamente por dos proyectos diferentes, pues si bien ya pasamos el proceso interno, donde obtiene la victoria Gustavo Madero y en un acto de humildad lo reconoce su contrincante Ernesto Cordero, quien manda un público mensaje para que sea la nueva dirigencia quien convoque al diálogo, es decir, sentarse en la mesa de los acuerdos, existen razones adicionales que los motivaron a buscar esa posición.
Los Partidos Políticos pasan por serias crisis y Acción Nacional ni es la excepción ni tampoco es el único que la tiene, en su abono cuenta con ideología definida y, en sus momentos ha actualizado la proyección de sus principios. Sus dificultades se enfocan más en las formas de convivencia interna, en los equilibrios y en la relación política externa, aunque se dice fácil, son temas de alta complejidad que encierran un sinnúmero de "peros", donde existen divergencias, aunado a que se tiene que enfrentar la contienda del próximo año.
Esa fue una de las principales motivaciones en la reforma de estatutos, con la finalidad de adecuar las reglas de convivencia al interior del partido, reconociendo que por sí solas son insuficientes pues es necesario canales permanentes de comunicación, procurando la unidad a través de propósitos comunes.
Ahora el reto consiste en tener la capacidad de ir juntando a todos los involucrados, de poner en orden las cosas, de un reencuentro y reconciliación, como dice el refrán: "en la victoria humildad, en la derrota dignidad y en lo esencial unidad", que la experiencia de la contienda nos otorgue mayor capacidad y conocimiento para afrontar los siguientes desafíos.
¿Se pueden superar las diferencias y arribar fortalecidos hacia el 2015 o, nos quedaremos anclados en las tempestades del 2014?
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