Enredos y redes.
¿Nueva Constitución o Constitucionalidad?
Los enredos de la presidencia de la República y del gobierno federal han puesto en entredicho sus afirmaciones y provocado una crisis de credibilidad, ocasionando que las redes sociales estén a todo vapor echando mano del ingenio mexicano y enviando mensajes al por mayor, como fuente inagotable de severas críticas.
Sin embargo, las cosas no pueden ni deben quedar en ese plano, es fundamental dar cauce legítimo a los cuestionamientos y problemas presentes en aras de superar la actual crisis.
Escuché en días pasados la convocatoria del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas a efecto de hacer una nueva Constitución. No se trata de una posición nueva, sino recurrente, pues en diversas épocas se ha planteado con el ánimo de sentar a todos en la mesa y volver a crear un pacto social. En apariencia la idea podría tener sentido para en lo esencial impulsar la unidad en un propósito común, no obstante, nuestra Constitución a lo largo de los últimos años tiene una serie de profundas reformas, la mayoría elaboradas con un amplio consenso, en consecuencia, si bien no se ha llevado a cabo un ejercicio de análisis integral, si existe una transformación constitucional de alto calado, sin ignorar que existen temas de enormes diferencias, que el solo hecho de ponerlos en la mesa para su discusión, la consecuencia será, sin duda alguna, mayor división, incrementando los riesgos.
Por otra parte, conviene señalar que los conflictos tienen soluciones previstas en la ley. Ni la Constitución ni nuestra normatividad son omisas, pues prevén situaciones, conductas, derechos y procedimientos que obligan a las autoridades a observar, el problema no radica en ese espacio, no implica por sí mismo que necesitemos una nueva constitución para resolver las dificultades, sino simplemente su aplicación.
Los grandes cuestionamientos recurrentes desde tiempo atrás se localizan en la carencia de un estado de derecho, circunstancia que pega directo a las autoridades y servidores públicos al no acatarla, son omisos y negligentes.
El primer punto que debe desarrollarse, es la cultura del imperio de la ley, la igualdad ante ella, su aplicación justa y sin distingos. Como dice el refrán: "el buen juez por su casa empieza", y aquí en México seguimos bajo la costumbre de: "en casa del herrero, azadón de palo".
También es importante, que el Congreso de la Unión tome cartas en el asunto, pues precisamente es parte de su función, el proceso de reflexión y análisis de lo que ocurre no puede quedar únicamente en el ámbito de la sociedad y, el parlamento estar callado como si nada pasara.
¡Que se investigue lo que se tenga que investigar y, se discuta lo que se tenga que discutir!
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