“Me refiero a que adentro se maneja o tuve la versión de que se maneja droga, celulares, visitas no autorizadas y muchas cosas más”.
- ¿Hay miedo en la penitenciaría?
“Pues yo así lo considero”.
- ¿El gobierno tiene temor de agarrar el toro por los cuernos en la penitenciaría?
“Pues así lo considero”.
ESCRIBE ANTONIO GONZÁLEZ VÁZQUEZ/COLABORACIÓN ESPECIAL
SAN LUIS POTOSÍ. MÉXICO. LUNES, 02 DE AGOSTO DEL AÑO 2010.- En su carta de renuncia a la dirección del Ceprereso número uno de La Pila, Rogelio Zamarripa Anguiano asentó “la absoluta corrupción existente” y dejó en claro la falta de apoyo, por “insensibilidad” o “desinterés” de parte “los altos mandos” de los que él dependía. Lamentó la falta de apoyo para enfrentar los problemas al interior del reclusorio e incluso la ausencia de respaldo frente a las amenazas que recibió del “interior” y del “exterior” para dejar las cosas en el estado en que se encontraban al momento de asumir la dirección.
El ex funcionario comentó a La Jornada San Luis que, por ejemplo, el sistema bloqueador de señal para teléfonos celulares en la penitenciaría del estado no se ha activado. Cuando solicitó autorización para implementarlo, le contestaron que se esperara.
Recuerda que cuando él recibió el reclusorio no se realizó el proceso de entrega-recepción que ordena la ley, pero pese a eso “lo encontré en una calma relativa aunque con muchas circunstancias irregulares a las cuales quise poner remedio.”
Sin embargo, apunta, “no sé si son los tiempos, lo difícil de la vida actual, llámese grupos que tienen el poder, pero no me fue posible desarrollar todo lo que tenía que hacer”.
“Estoy acostumbrado a poner programas y poner orden, el deber ser de cualquier reclusorio y en este caso mi estancia fue corta, lo que aconteció es que de inmediato en cuanto llegue al segundo día recibí amenazas. Esas amenazas fueron reiteradas por gente de grupos internos y tal vez externos”, subraya.
“Pasaron los días, no encontré el respaldo a nivel superior como para haber puesto el orden que se debería y fue una de las causas que motivó que yo presentara una renuncia a los 30 días, pero no se me aceptó. Dijeron que se me iba a evaluar y finalmente pasaron quince o veinte días más y es cuando determinan darme la salida”, añade.
Al asumir la dirección del penal “me dedique a saludar a toda la gente, a escucharlos, a concederles audiencia, a tratar de poner remedio a la cuestión de las medicinas y de alimentación porque había quejas, así como sobre el trato a la familia y sobre otros aspectos que son vitales para que una institución funcione como debe de ser”.
Frente a eso, las primeras amenazas le llegaron por medio de dos custodios que “se me presentaron y me dijeron que de adentro mandaban decir que yo era un obstáculo y que así no eran las cosas”.
En adelante, las amenazas se convirtieron en algo sistemático; “a través de custodios y de gente del exterior, hay gente que me llevó el mensaje y de ahí se motivó mi salida, en una determinación respetable que tomaron mis superiores”.
Zamarripa Anguiano recalca que no le teme a las amenazas, “es simplemente que a nivel de mis superiores no me dieron el soporte, no me dieron la fortaleza para poner el orden que debería haber puesto”.
Cuando usted pone en conocimiento a sus superiores el tema de las amenazas y los problemas de corrupción en la cárcel ¿qué le respondieron?
“Del señor secretario (José Guadalupe Durón Santillán) no recibí ninguna instrucción a pesar de que tuve tres reuniones con él, en cambio, de los segundo de a bordo, del licenciado Nicolás Hernández Delgadillo fue que “iba muy recio, que me la llevara calmada, que tú dedícate a hacer lo tuyo administrativamente y no te muevas mucho, deja que las cosas vayan tomando su curso, vamos a dar remedio, espérate tantito, vamos a poner remedio”.
Sin embargo, refiere, “de pronto se da mi salida y bueno, la tranquilidad de uno y de la familia vale mucho”. Su familia también fue amenazada, dice, “y eso sembró mucha tensión”.
¿Desde la Secretaría General de gobierno se decidió algo para protegerlo de esas amenazas?
“No, tan es así que pedí apoyo para custodia personal al señor procurador de Justicia (Cándido Ochoa) quien me mandó dos agentes, pero uno me duró una semana y otro un día; me volvió a mandar otros dos, pero nada más llegaron y les llegó una contraorden de que siempre no”.
“No tuve protección pero hoy me siento tranquilo porque camino por la calle con la frente en alto, no me llevé nada, no me robé nada. Se me prometió un salario equis y la verdad, se me vino pagando el cincuenta por ciento”; pero explica, “no me duele eso, sino la forma de haber salido”.
¿No vio entonces ningún compromiso del gobierno para atender de fondo los problemas en la penitenciaría?
“Tengo la satisfacción de haber sido director, pero antes lo fui del proyecto de Rioverde, me tocó visualizar la construcción de esa cárcel, fui antes director del Ceprereso de La Pila dos años y medio, pero está vez duró menos de dos meses, ni modo, no se pudo hacer”.
Sin embargo, “si me queda un sentimiento, no de impotencia sino de injusticia porque mis jefes me debieron haber puesto todo un respaldo para que se dieran las cosas como tenían que darse”.
En vez de eso, por ejemplo, “el día del motín, se dio en mi contra, pero de mil 700 reos, más del 90 por ciento estaban conmigo, todos estaban conmigo; fueron unos 250 los que se amotinaron manejados por grupos internos y tuvimos que accionar contra ese desorden.”
Refiere que cuando él fue presentado, los reos le aplaudieron “y creo que si yo me considerara un director duro o inflexible, despiadado, abusivo, entonces diría, hay motivo para el motín, pero no lo hubo; fui un director sensible”.
¿Cuando usted habla en su carta de renuncia que hay una absoluta corrupción, a qué se refiere?
“Me refiero a que adentro se maneja o tuve la versión de que se maneja droga, celulares, visitas no autorizadas y muchas cosas más”.
¿Usted trató de erradicar eso?
“Trate, lo traté, pero fue muy poco tiempo, los programas los desarrollo a seis meses para ver un orden para que en un año se pueda rendir un informe de resultados, por eso me siento incomprendido”.
“Lo que deseo con ganas es que el señor gobernador (Fernando Toranzo) ponga orden ahí, que ponga orden, sea el director que sea, pero que ponga orden”.
Cuando ocurre el motín, supongo que es porque usted quería poner orden, esas inercias, ¿esos vicios continúan?
“Actualmente no lo sé, sólo se decir que en todas mis direcciones, nunca se me fugó nadie, se hace el cambio y vea usted”, responde.
¿Cómo se pueden fugar cinco reos del principal reclusorio del estado?
“Y de día, lo único que sé es por la prensa, que fue a plena luz del día, ¿qué le está faltando al Ceprereso? Más efectivos de seguridad y custodia, más capacitación, más sensibilización de los jefes, más atención del problema”.
¿Usted avisó cómo se encontraba el centro, solicitó apoyos e inició acciones pero no obtuvo apoyo, hay un gobierno desinteresado del sistema penitenciario?
“Desinteresado o insensible, qué es lo que puede estar pasando, es una interrogante, pero le diría que a diez meses de gobierno, es un gobierno aun naciente y creciente, le deseo mucho al doctor Toranzo que ponga orden”.
¿Se puede poner orden desde una Secretaría General de Gobierno que encabeza el licenciado Durón o con una subsecretaría de Prevención y Readaptación social con Jaime Delgado que pasó de las aulas de la Facultad de Derecho a una subsecretaría tan importante en materia de seguridad?
“Pues sí, el licenciado Jaime Delgado es Subsecretario, pero hay alguien más que es responsable, el licenciado Nicolás Hernández Delgadillo como director de todas las prisiones, un director normativo. Se puede poner orden, no sé si con una llamada de atención del señor gobernador con una invitación a un trabajo de total transparencia y con muchas ganas de trabajar, pero también sin miedo”.
¿Hay miedo en la penitenciaría?
“Pues yo así lo considero”.
¿El gobierno tiene temor de agarrar el toro por los cuernos en la penitenciaría?
“Pues así lo considero”.
¿De acuerdo con lo que ocurre en reclusorios en el país, lo que pasa en San Luis implica que es algo que no se debe dejar crecer?
“Exacto”.
En ese sentido, recuerda que hace unos días el secretario de Seguridad Pública, Enrique Galindo reconoció que “la seguridad se perdió en San Luis, desde ahí vienen muchas cosas y las cárceles no son ajenas a eso”.
Sobre el sistema bloqueador de llamadas desde celulares al interior del penal, en cuyo caso, el gobierno invirtió unos siete millones de pesos, Zamarripa Anguiando dijo que no está en operaciones.
“Cuando yo llegué, el sistema bloqueador ya estaba listo, dos veces pedí la orden para activarlo y nunca me dijeron ya. Les dije que si estaban listos para una reacción de los reos, cuando se los pregunté, me dijeron que con calma, que aguantara”.
No es posible, puntualiza, pero “las improvisaciones siempre son malas, usted hablaba de Jaime Delgado que de las aulas pasa a hacerse cargo de las prisiones, eso no es sencillo”.
Por ejemplo, Nicolás Hernández Delgadillo “pues tampoco ha sido director de un reclusorio. Toda improvisación tiene sus costos, qué viene más adelante, pues solo ellos los saben. ”
Advierte que la fuga de reos demuestra que “hay temor del custodio, se ven solos, son pocos, son grupos pequeños de 65 por turno para cuidar a mil 700 personas, imagínese si pueden con todos y menos si al interior hay gente con poder adquisitivo, pues están bajo ese mando, bajo ese clima”.
No obstante, “el hilo siempre se rompe por lo más delgado” y por eso, tras la fuga, es a los custodios a los primeros que se pone a disposición, cuando hay otras responsabilidades, “como cuando no se toman decisiones, pero eso ya queda en manos del ejecutivo del estado para ver hasta dónde está la corrupción”.
“Yo pedí no una sola vez, que hacían falta por lo menos 30 custodios más por grupo y no los autorizaron”.
Es un error improvisar, advierte por lo que insiste en que el gobernador debe poner orden. “Yo tuve rumores muy fuertes de que había armas adentro, no lo pude constatar, no tuve tiempo, pero ahorita me da lástima que el mayor penal del estado se encuentre como está”.
Concluye que no deberían existir grupos que pretendan el gobierno del Ceprereso, el que gobierna las cárceles es el estado, sin embargo, desafortunadamente, al Ceprereso de San Luis, lo controlan, tal vez, grupos que juntos no van más allá de las cuarenta personas.