¿QUIÉN MATÓ A LUPITA GONZÁLEZ VELÁZQUEZ, Y A SU HIJO ALAN TADEO?
● La Procuraduría y la policía ministerial encubrieron a los culpables, aseguran amigos y familiares de la víctima.
● Miguel Ángel García Covarrubias ex procurador y Jesús Juárez Hernández, ex jefe de la policía, son cómplices de su desaparición dicen familiares.
● Lupita y su pequeño hijo de condición Down fueron vistos por última vez el 26 de Octubre del año pasado cuando verían al padre del menor, también perito, de nombre Alfonso Cruz.
SAN LUIS POTOSÍ, MÉXICO. LUNES 26 DE OCTUBRE DEL AÑO 2015 (http://www.codigosanluis.com/portal/) El domingo 26 de octubre del año 2014, María Guadalupe González Vázquez, de 33 años, perito de la Procuraduría de Justicia en el Estado, salió por la tarde de su domicilio en la colonia 21 de Marzo, con su bebé Alan Tadeo de 9 meses de edad, quien padece de síndrome de Down, para ponerse de acuerdo en la pensión que recibiría del padre de su hijo, Alfonso Cruz, también perito de criminalística, y experto en “escena del crimen”.
Desde entonces, nadie los volvió a ver. Hay mensajes de WhatsApp, que Lupita intercambio con sus amigas del grupo de atención especial a niños con síndrome de Down. Les dijo la hora, el día y el lugar, en que se reuniría con el padre de su hijo, el también perito de Criminalística Alfonso Cruz. Dicen que fue secuestrada en el estacionamiento de un Oxxo, por la carretera a Rioverde, antes del periférico.
Sin embargo, tres días más tarde, la policía ministerial informó que habían encontrado el vehículo de María Guadalupe cerca de la iglesia de la Estrella, a unas cuadras de la avenida Ricardo B. Anaya. El carro no revela marcas de violencia, pero las pertenencias de la perito y su hijo siguen ahí, incluso la maleta con los pañales y alimentos de Alán están intactos.
El entonces Procurador Miguel Ángel García Covarrubias y el jefe de la Policía Ministerial en esos momentos, Jesús Juárez Hernández no quisieron investigar porque el principal sospechoso y sus posibles cómplices, todos, eran empleados de la dependencia.
Familiares y amigos de Lupita han vivido un calvario todo este tiempo, convencidos de la procuración de justicia en el gobierno de Fernando Toranzo no existió, dejaron intentarlo con el Procurador y el jefe de la policía, la buscan por su lado con apoyo de algunas organizaciones civiles pero nada saben.
El hecho sorprendió a propios y extraños en la PGJE, Alfonso Cruz, el padre del pequeño Alan ¿sería capaz de haber desaparecido y matado a la madre de su hijo y aún más, al indefenso niño Down? Oficialmente no se sabe, existió la sospecha pero Cruz, experto en obtener evidencias en escena del crimen lo es también en desaparecerlas.
Versiones de los propios policías ministeriales aseguraron entonces que Alfonso Cruz, junto con otros tres peritos desaparecieron durante tres días, cuando regresaron a su trabajo Cruz fue interrogado por el jefe de la policía ministerial Jesús Juárez pero “es tan inteligente que lo intimidó” decían con sorpresa los agentes.
Para “enfriar” el asunto, Alfonso Cruz a quien entonces le descubrieron un sin fin de amoríos e hijos entre el personal femenino de la dependencia, lo enviaron a Matehuala en una especie de “protección oficial” a hacer nada, a contar el paso de las horas. Formalmente no se le investiga, hasta el momento.
A los amigos y compañeros peritos de Alfonso y Lupita, Bernardo Bustamante, Roberto Moyeda y Martín Portales, tampoco se les llamó nunca a dar testimonio. Todo son presunciones de los empleados tanto de la policía como de la dirección de peritos.
El auto en el que Lupita fue vista por última vez con su bebé apareció días después, según algunos peritos, en él no había huellas ni siquiera de la infortunada mujer, pero encontraron un biberón con leche recién hecha.
La Asociación Fe y Esperanza, que encabeza la maestra María del Rosario Torres Mata, activista en defensa de los Derechos Humanos ha tomado el caso y ha realizado, junto con la familia de Lupita diversas manifestaciones pero nunca fueron oídas por el ex procurador García Covarrubias y mucho menos por el ex jefe de la policía.
A un año de su ausencia, la familia de Lupita y su pequeño hijo Alan, conserva la esperanza de encontrarla y desea que el gobierno de Juan Manuel Carreras investigue y sancione a los responsables de su desaparición.
ENTREVISTA CON LA MADRE DE LUPITA, LA SEÑORA ANA MARÍA VELÁZQUEZ CÓRDOBA
(http://www.planoinformativo.com/index_plano.php) María Guadalupe González Velázquez salió de su casa la tarde del domingo 26 de octubre de 2014, iba a realizar un pago de “tarjeta”, la acompañaba su hijo Alan Tadeo de nueve meses de nacido. Se despidió con ordinaria cotidianidad, volvería temprano.
Esa fue la última vez que su madre, Ana María Velázquez Córdoba, la vio; luego de llegada la media noche, las sospechas de una desaparición comenzarían a cobrar inquietud en la familia González Velázquez: “ella ya no regresó y llevaba al bebé, eso no era normal”.
Las horas transcurrieron y María Guadalupe “Lupita”, como todavía la recuerda su familia, y Alán Tadeo, no mostraban señales de un próximo retorno. El celular apagado mandaba al buzón de voz en el instante, era de madrugada y la perito que desapareció con su hijo comenzaban a diluirse en la incertidumbre de su familia.
A pesar de que su trabajo como criminalista la relacionaba con los entornos delictivos, la madre da fe de que su hija siempre se mantuvo al margen del peligro, no había sospecha mayor que el escenario, acaso probable, de que Lupita hubiera escapado con alguna pareja sentimental, pero la idea, aun cuando pudiera resultar un escenario, seguía siendo absurda para la familia, quienes nunca hubieran esperado un “escape” de su hija, mucho menos con un bebé “en brazos”, relata Ana María en entrevista exclusiva para Plano Informativo.
Antes de cumplirse las 24 horas que marca la ley para dar por desaparecido a un individuo, los hermanos de Lupita acudieron al ministerio público con la esperanza de una rápida búsqueda, confiados en que por tratarse de un elemento de la Procuraduría General de Justicia del Estado la eficacia cobraría mayor relevancia. A unas horas de cumplirse un día de su desaparición, los ministeriales encargados tomaron nota.
Ante el desasosiego por la reciente desaparición de Lupita y Alán, los hermanos de la familia González Velázquez se encargaron de lleno a dar seguimiento al proceso judicial, Ana María, en su condición de madre, fue apartada de las noticias de primera mano que arrojarían los ministeriales “por cualquier cosa que pudiera causar un impacto”, dice.
Tres días más tarde, Ana María no recuerda con precisión, la policía ministerial informa que han encontrado el vehículo de María Guadalupe cerca de la iglesia de la estrella, a unas cuadras de la avenida Ricardo B. Anaya. El carro no revela marcas de violencia, pero las pertenencias de la perito y su hijo siguen ahí, incluso la maleta con los pañales y alimentos de Alán están intactos.
Al salir de su casa aquella tarde del domingo, Lupita informó que después del pago que realizaría, había quedado con su ex pareja, padre de Alán Tadeo, para conversar aspectos y términos de su separación. Cuando la desaparición de la perito se hace evidente, el padre del menor asegura nunca haberla visto ese día, dice que no llegó a la cita acordada.
Nadie sabía sobre el paradero de la madre e hijo perdidos, de un momento a otro desaparecieron sin algún motivo aparente y las líneas de investigación se disipaban sin arrojar una respuesta inmediata. De acuerdo con el testimonio de Ana María, los ministeriales trabajan sin lograr un resultado que dejara, al menos, un rastro de su presencia.
La asociación Fe y Esperanza contactó a Ana María, un mes después de la desaparición y a circulaban volantes alusivos a su reencuentro, y gracias a la organización la familia pudo entrar en contacto con el área de subprocuraduría de la PGJE, al cargo de Carlos Gustavo Rodríguez Cruz, en donde una nueva vía de certidumbre se gestaba a partir de la promesa de una búsqueda implacable. La familia tenía entonces renovadas esperanzas, por lo demás, la investigación seguía igual que en un principio, sin un resultado revelador.
En diciembre de ese mismo año, la PGJE notificó a los González Velázquez que se iniciaría un operativo por aire y tierra, comandado por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), e incluso unidades especiales de la Marina. El anunció impresionó a Ana María, quien asegura haberse sentido como “la madre de una delincuente”, por la magnitud que conllevaría el protocolo de búsqueda; se tranquilizó instantes después, con el único aliciente de saber que existía una amplia posibilidad de encontrar a sus parientes cautivos.
Para los días finales del 2014, las autoridades seguían sin dar resultados, ni siquiera el avasallante operativo que prometía una esperanza había dado resultado, la PGJE pidió paciencia a la familia, asegurando una búsqueda con hallazgo fehaciente para antes de finalizar la administración estatal en turno. No quedaba de otra, recuerda Ana María, había que confiar en ellos, los expertos.
Al recordar los hechos desde el comienzo, Ana María asegura estar frustrada, cansada pero con la viva esperanza de hallar a su hija y nieto con vida, “sanos y salvos”. A un año de su desaparición, la madre de familia todavía confía en las autoridades, en una Procuraduría eficiente que dice la verdad sobre la investigación, la paciencia no ha sido derrotada.
Para el mes de junio de 2015, los hermanos de Lupita insisten en las oficinas del Subprocurador, quien meses antes aseguró a la familia una búsqueda extenuante “sin cansancio hasta encontrar a Lupita, un miembro de nuestra familia”, recuerda Ana María. Ahora el funcionario desvía las llamadas, no contesta y si lo hace promete comunicarse más tarde pero no se comunica. A pocos meses de entregar la administración, la PGJE comienza a hacerse a un lado, recluyendo el expediente de la perito desaparecida.
El tiempo transcurre entre insistencias de los hermanos y la madre, pero el Ex- Procurador como el Ex-Subprocurador ya no dan explicaciones, siempre amables, prometen a Ana María reuniones póstumas sin llegar a concretarse. Así llegó el final de sexenio, la entrega recepción y el abandono momentáneo del caso.
La familia González Velázquez admite transitar por depresiones que han causado estragos en su salud, pero la paciencia sigue, su constante fe en el catolicismo y la infalible intuición de madre que conserva Ana María; “están vivos yo lo sé”.
Por ahora, ha hecho llegar el expediente al nuevo Procurador de Justicia del Estado, Federico de la Garza, quien se ha comprometido a terminar con el suplicio y a encontrar a Lupita y Alán, “una nueva esperanza ha surgido”, dice Ana María y pide a las personas que han privado de libertad a su hija y nieto, cuiden de ellos.