EL CABO DEL EJÉRCITO MEXICANO, DIEGO SANTIAGO PAZARÓN, EXIGE ANTE LA PGR, LA RENUNCIA DE MIGUEL ÁNGEL GARCÍA COVARRUBIAS.
EN LUGAR DE BUSCAR A LOS ASESINOS DE SU ESPOSA, Y DE SU HIJA WENDY, Y A LOS SECUESTRADORES DE SU HIJA ROSA CITLALI, GARCÍA COVARRUBIAS LO ACUSÓ DE LOS CRIMEN Y DEL PLAGIO.
LA PROCURADURÍA DE SAN LUIS POTOSÍ, SE NEGÓ A EMITIR LA ALERTA AMBER, LE CERRÓ LAS PUERTAS Y LE ACONSEJÓ QUE YA DEJARÁ DE INVESTIGAR LOS CRIMENES PORQUE "TE PUEDE PASAR LO MISMO".
Ciudad de México • (ALEJANDRO MADRIGAL: http://www.milenio.com/).- Diego Santiago Pazarón es cabo conductor en el Ejército mexicano. Desde hace tres años busca a su hija Rosa Citlali Santiago Luis, desaparecida el 31 de agosto de 2010 en San Luis Potosí.
En esa fecha también desaparecieron su esposa, Leonarda Luis, y su bebé de dos meses, Wendy Santiago Luis, las cuales fueron encontradas asesinadas 10 días más tarde.
Dijo que su familia fue secuestrada por unos hombres en los límites del fraccionamiento El 21 y Villa Brisa, y que días después apareció el cuerpo sin vida de su esposa y su hija Wendy, quienes fueron asesinadas a golpes.
Con 14 años como militar, Diego denunció que la desaparición de su familia se debe a represalias del crimen organizado por los operativos realizados por las fuerzas castrenses en esa entidad.
“Nosotros patrullamos y encontramos personas que son delincuentes. Pienso que fue una represalia por mi trabajo y descarto una equivocación, pero el hecho ahí está: asesinaron a mi esposa y a mi hija de dos meses, y mi otra hija, Rosa Citlali, está en calidad de desaparecida”, dijo el militar.
Según el cabo, el ataque contra su familia ocurrió seis meses antes de la presentación de Julián Zapata, El Piolín, presunto responsable del asesinato del agente estadunidense Jaime Zapata, ocurrido en febrero de 2011.
“En mi trabajo siempre habrá represalias, porque saben muy bien que somos una institución que combate la delincuencia organizada, no niego que siempre habrá represalias en nuestra contra”, insistió el cabo Diego Santiago Pazarón.
El militar denunció que la procuraduría del estado donde está adscrito lo amenazó con dar carpetazo al asunto si continúa realizando investigaciones para encontrar a su hija.
"Estoy dando la cara, no me preocupa dar la cara, porque busco a mi niña; quizás hasta ella puede ver que la sigo buscando y mi amor de padre me dice que la voy a encontrar. Lo que me duele es que sigan lastimando a más gente inocente como mi familia. En mi caso lo entiendo, porque soy militar".
Este fin de semana Diego vino a la Ciudad de México para acudir a la Procuraduría General de la República. Su objetivo es que esta dependencia atraiga el caso. Fue recibido por Eliana García, coordinadora de Políticas Públicas en Derechos Humanos.
En dos horas logró que la Fiscalía Especial para Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas lo tomara atendiera, lo que no obtuvo en tres años en San Luis Potosí.
En su primer viaje a la capital, 900 días después del ataque a su familia, se encontró puertas cerradas en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada.
“Así ha sido durante tres años: no logro pasar de la primera puerta”. Por ello decidió ir a la PGR, para denunciar al ex subprocurador Regional Para la Zona Huasteca Norte, Miguel Ángel García Covarrubias, y solicitar su renuncia, porque a él lo han intentado inculpar, en el asesinato de su esposa y su bebé, y en la desaparición de su hija mayor.
"A mí me han acusado como si hubiera ocasionado eso, como si hubiera provocado la muerte de mi esposa, cuando no fue así; es un recurso muy fácil, yo siempre he estado en mi trabajo (en la SEDENA) y no voy a dejar mi trabajo, voy a seguir aquí aunque me causen daño".
El calvario de Diego comenzó desde que intentó denunciar la desaparición de su hija, en agosto de 2010, y desde hace tres años le han cerrado la puerta para emitir la alerta ámber (AMBER es un acrónimo en inglés de America's Missing: Broadcasting Emergency Response).
En noviembre de 2011 un juez le permitió acceder al expediente tras interponer un amparo para conocer los avances de las investigaciones (expediente 822/201), lo que molestó a las autoridades.
“Me han dicho que deje de moverle a todo lo que he estado haciendo, porque si no me va a pasar lo de mi esposa. Tengo miedo, ya lo perdí todo: perdí a mi familia”, dijo.
En su entrevista con Eliana García, funcionara de la PGR, comentó que la última vez que se vio a su esposa Leonarda fue con una costurera, a quien entregó el uniforme escolar de su hija Rosa Citlali.
Su historia comenzó cuando llegó a casa la noche ese 31 de agosto de 2010 y no encontró a su familia. Inmediatamente salió a buscarla con las vecinas y amigas de su esposa, pero nadie supo nada. Incluso, intentó llamar a su teléfono celular, “el cual apenas le había regalado”, pero estaba apagado.
Rosa Citlali es una de los 26 mil 121 desaparecidos reportados por la Secretaría de Gobernación en el sexenio de Felipe Calderón. En tanto, San Luis Potosí se ubica en el lugar 26 con 125 desapariciones reportadas.
Desde la desaparición de su hija, Diego desdeña el trabajo de la Procuraduría Social de Atención a las Víctimas de Delitos y la Comisión de Derechos Humanos de San Luis Potosí, “porque nunca me han tomado en cuenta”.
Incluso, la Sedena y los superiores de Diego le han asegurado que la institución no puede ayudarlo legalmente, "porque manifiestan que no es de su competencia y que las investigaciones son para personas civiles".
Sin embargo, SEDENA le ha permitido ausentarse de sus labores para continuar su lucha. Él mismo ha realizado investigaciones que luego proporcionó a las autoridades, aunque fueron desechadas.
"Se han negado a colaborar y a seguir buscando a los responsables y el paradero de mi hija. Hasta ahora no ha habido ninguna autoridad que me apoye".
A principios de 2013, en San Luis Potosí anunció la creación de un centro de justicia para las mujeres que son víctimas de violencia, que tuvo una inversión de 7.8 millones de pesos; sin embargo, el estado no ha brindado información concreta sobre la cantidad de mujeres que son violentadas o asesinadas, como la esposa de Diego, Leonarda Luis, y su bebé, Wendy Santiago.
En la región potosina de Tamuín se han reportado dos casos. Uno es el de Milynali Piña Pérez, de 13 años, quien desapareció de Ciudad Mante, Tamaulipas, el 14 agosto 2012, junto con cuatro familiares, mientras se dirigía a su domicilio en Tamuín.
LOS BRAZOS DE PAPÁ ESTÁN ESPERANDO…SALIÓ DE CASA CON MAMÁ Y NUNCA REGRESARON.
- N. de la R. Este reportaje fue publicado por VALLESTAR el 19 de octubre del año 2010. Para ir al texto original haz click en el logotipo de VALLESTAR.
Era 31 de agosto, tarde calurosa como la mayoría en Ciudad Valles. Doña Leo se dispone a salir, prepara a su bebé de 2 meses de edad y a la pequeña Citlali de 7 años, pero nunca se imaginaron que no volverían a casa…
Pasadas las ocho de la noche Diego llega, busca a sus pequeñas, a su mujer pero no las encuentra, la casa está vacía, espera, se baña luego de una jornada larga de trabajo, pero transcurren las horas sin tener noticia de ellas. Marca a su teléfono pero la llamada se va directo al buzón. ¿Habrán salido lejos, con su familia a Aquismón, al Centro? Quién sabe. A partir de ahora los días no serán igual.
El hombre sale a la calle, recorre los costados de su hogar, el camino trasero, pero las siluetas de sus damas no se vislumbran y ha comenzado a preocuparse. Acude a la casa de Janeth, una amiga de Leo de la colonia Solidaridad, a la parada del autobús pero nada. Realiza una recarga a su teléfono pues ha dejado tantos mensajes en el buzón de Leo y ella no contesta. “Hola chaparra, por qué no me contestas, qué te hice, qué está pasando”, le escribió, pero Leo no contesta…
Insiste en las llamadas. Es casi la una de la mañana y por fin ha sonado el teléfono, entró la llamada pero nadie contesta, así que envía más mensajes, marca de nuevo pero han apagado el teléfono otra vez. Él está desesperado, sudando, se baña de nuevo, se duerme por un rato y despierta: son las 3:45 de la mañana, mira el teléfono con la esperanza que haya respuesta de Leo, pero no hay nada, ni llamadas, ni mensajes y pierde el sueño. Cree que ella llegará a la hora que lleva a la pequeña Citlali a la escuela, pues nunca falta y mamá siempre le inculca que estudie y se prepare para salir adelante.
Diego debe salir a trabajar, se sienta en la sala, toma algo de yogurth, se levanta y acude otra vez a la casa de Janeth y en el domicilio apenas encienden las luces, espera para que el día se aclare, tal vez su mujer, aunque no es su costumbre, se quedó a dormir en casa de una de sus mejores amigas, pero hay poco movimiento.
Un padre preocupado se regresa a casa, su esposa e hijas no han llegado a dormir, escribe una carta y le expresa su tristeza por no verla, llora y lo impregna en el papel para que cuando doña Leo llegue con las pequeñas Wendy y Citlali sepa que las estuvo esperando.
Se dirige a tomar un taxi para ir a su trabajo, pero le indica al conductor que lo lleve a su casa, quizá Leo haya llegado mientras él salió, aunque al llegar su hogar está tal y como lo dejó.
MARTES 1 DE SEPTIEMBRE DEL 2010.
Las labores no son como siempre. Diego anda distraído, es un padre que no vio llegar a sus hijas, que durmió sólo unas horas porque esperaba a su esposa, está intranquilo, algo nervioso. ¿Qué habrá pasado? Insistía en las llamadas y los mensajes pero no hay eco…
Aproximadamente a las 15:30 horas llega comunicación. Del otro lado alguna persona exige dinero por un mensaje de texto. El tono fue siempre agresivo y subía de tono.
Sus jefes supieron la historia, él pide permiso para salir y buscar a su mujer y a sus pequeñas, recorre todos los lugares donde podría estar, con sus amigas, las vecinas, a su propia casa nuevamente con el alma en un hilo y esperanzado de que todo sea una maldita broma pero la pesadilla está por comenzar…
Retorna a sus labores y unos minutos después le informan que el cuerpo de una mujer ha aparecido y que tal vez sea su esposa, algunos compañeros se trasladan con él a una fría sala de necropsias en la Subprocuraduría de la Zona Huasteca Norte.
Ahí estaba Leonarda Luis González, madre de sus hijas y con la que compartió años de vida, tristezas, alegrías, amor…
Su cuerpo inerte estaba en la plancha y acababan de determinar las causas de su muerte: trauma severo craneoencefálico y asfixia por ahorcamiento con la tráquea y las costillas destrozadas a golpes con un poco más de 10 horas de rigidez.
Apareció a unos metros de su hogar, entre la hierba. Una llamada anónima recibieron en la base de la Policía Ministerial, acudieron peritos y demás personal de la Subprocuraduría, entre ellos el licenciado Esmeragdo Rubio Flores, agente del Ministerio Público adscrito a la mesa tres de delitos de alto impacto del fuero común. La víctima tenía 25 años. La bebé Wendy y la pequeña Citlali quedaban pendientes de localizar.
INVESTIGAN LO INVESTIGADO.
Comenzó a armarse el expediente AP/PGJE/SRZHN/V/III/371/2010, anexaron datos poco claros e interrogatorios que Diego había hecho el mismo 1 de septiembre ante el propio Esmeragdo Rubio Flores. No hubo un abogado, mucho menos un médico que atendiera el trauma de alguien que acababa de perder a su mujer de una forma tan trágica y que desconocía el paradero de sus hijas. Comenzó contando todo lo acontecido desde la tarde anterior, expresó que su esposa jamás le comentó que recibiera amenazas o algo parecido, exigió desde luego que buscaran a sus hijas. Le fue confiscado su celular para “investigar y extraer” toda la información posible para lograr la “captura” de los delincuentes, clausuraron su hogar aún cuando nunca fue lugar de los hechos, los vecinos externaron que sólo vieron salir a doña Leo con sus hijas a la colonia La Pimienta a recoger un uniforme de Citlali.
Y SÍ ERA MI BEBÉ.
“Recién había sepultado a mi esposa –platica- cuando 10 días después, Janeth, la amiga de Leo me llamó y dijo: ‘En el periódico salió que encontraron el cuerpo una bebé, se me hace que es la tuya’. La sangre se me congeló porque en el fondo tenía la esperanza de que me las encontraran vivas, pedí de nuevo permiso en mi trabajo para ir a reconocerla, creo que mis jefes también querían lo mismo que yo porque me dijeron que no era mi bebé. Cuando llegué a la Subprocuraduría, me dirigí a la oficina del licenciado Esmeragdo Rubio, le dije que quería ver el cuerpo de la bebé que habían encontrado, le reclamé por qué no me había avisado, su respuesta fue que me enviarían a San Luis capital para que me realizaran la prueba del polígrafo para saber si no estaba mintiendo y no me negué puesto que trataba de cooperar en todo para que resolvieran el caso, me llevaron y en la sesión de preguntas me decían: ‘¿Privó de la vida a su esposa? ¿Ha consumido algún enervante? ¿Privó de la vida a su hija?’. Al regresar pedí que me dieran el cuerpo de mi bebita, era ella, tan pacífica, no daba lata, su mamá la alimentaba con pecho y donde la encontraron estaba un biberón y ella no tomaba en biberón.
AL PASO DEL TIEMPO.
Nada era ya normal en la vida de Diego. De la Subprocuraduría que en Septiembre del 2010 encabezaba el licenciado Miguel Ángel García Covarrubias –y actualmente volvió al frente- se llevaron el expediente del caso, el mismo García Covarrubias lo trasladó a la mesa de delitos de alto impacto en San Luis capital, sin embargo no hubo un oficio de por medio y nunca le avisaron a Diego del hecho, quien durante casi un año ha acudido a ese lugar para solicitar los “avances” de la investigación.
El ex subprocurador Armando Martínez jamás le informó que era en la capital donde debía buscar respuestas.
PERSIGUIENDO LA JUSTICIA.
En la Segunda Visitaduría de Derechos Humanos ubicada en esta municipalidad de Ciudad Valles a cargo del licenciado Edgardo Gasca Moreno, tocó atender el caso al licenciado Heriberto Murguía Chavira, quien pide el número de expediente para revisarlo y con el dato, acude a las instalaciones de la Subprocuraduría y se entera que desde hace meses el expediente AP/PGJE/SRZHN/V/III/371/2010 se está “trabajando” en la capital.
Con este giro se acude nuevamente a la Segunda Visitaduría para conocer el estado que guarda el caso, pero el licenciado Murguía Chavira, con copias del expediente, envía la queja a San Luis asegurando que en breve se comunicarían de la Comisión Estatal de Derechos Humanos para informar quién se haría cargo de agilizar los trámites y lograr dar con el paradero de Rosa Citlali Santiago Luis y regrese con su padre pero aproximadamente desde el 13 de julio no hay respuesta.
Trasladarse de Ciudad Valles a San Luis tiene un costo aproximado de 230 pesos y hay que recorrer una distancia de poco más de 300 kilómetros, pareciera sencillo pero no lo es.
El expediente ha sido muy manoseado por el subprocurador Miguel Ángel García Covarrubias y su antecesor Armando Martínez.
CONDICIONES ACTUALES.
Se desconoce el número actual del expediente, pues con el cambio de mesa, cambió el número. Igual no se sabe si hay investigaciones separadas aun cuando todo partió de un mismo delito pues a Leonarda y sus hijas se las llevaron juntas. No han informado si hay pistas sobre la localización de la pequeña Citlali.
DESAPARECIDAS EN EL PAÍS.
La Procuraduría General de la República entregó un reporte a Vallestar, que señala la desaparición de 596 mujeres en todo el país, de 2008 a agosto del presente año, con base en información de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA).